Amanecer en Piazza Navona. El sol enciende las fachadas blancas y ocres de palacios y moradas. El cielo se cubre de golondrinas que planean sobre las sombras que Bernini esculpió en marmol. La Fuente de los Cuatro Ríos, una de las tres que decoran este antiguo estadio. La calzada permanece oscura, las verjas y los balcones cerrados. Contrastes de luces y sombras que cautivaron los pinceles de Vanvitelli en el diecisiete y las letras de Stendhal en el diecinueve. Cuantos siglos atrayendo mercados y almas. Un guineano coloca una tabla sobre unas banquetas para asegurar el mejor lugar para sus tallas.
Piazza Navonna. Foto: C. Huerta
En un viale lateral, Marco trabaja una masa que espolvorea de harina e introduce en el horno inundando el aire de aromas del pasado. La brisa del Tíber recorre las callejuelas desiertas entre portales, balcones e iglesias. Calles cargadas de museos y joyas como el Inocencio X que Velázquez pintó para los Doria-Pamphili, las Sibilas de Rafaello o los San Mateos de Caravaggio que guardan el sueño de Paulina, amada eterna de Chateaubriand, en San Luis de los Franceses.
Dos hombres de negro cruzan un obelisco coronado por una cruz frente a las columnas del templo soñado por Adriano hace dos mil años. A las ocho se abren los portones del Panteón descubriendo sus secretos. La inmensidad de la cúpula, los rebajes cuadrados, la austeridad, el silencio. La luz se cuela por el ojo cenital en haces bíblicos y enciende granitos y mármoles. Un espacio que invita a la oración y al culto. La última morada de reyes italianos y de Rafaello.
Panteón. Foto: C. Huerta
A la salida otro obelisco montado sobre un elefante de Bernini. Me pregunto cuántos recuerdos tomaron los romanos de los faraones. Los bares han abierto sus puertas. Hombres de chaqueta saborean cafés y panini comentando el gol que De Rossi marcó a los guaraníes. Una fila espera frente al Caffé Sant’Eustachio envuelta en aromas de granos tostados con leña y de cafés cremosos e intensos, probablemente los mejores del mundo. La mañana se inunda de voces y sirenas que se pierden en el Corso.
Las callejuelas revestidas de sanpietrinis desembocan en una escultura monumental recordada por el celuloide y las imágenes de cuantos visitan la ciudad eterna. La Fontana di Trevi, la fuente más grande de Roma. Dos operarios aspiran las aguas bajo la mirada de Neptuno, recogiendo cientos de monedas como cada mañana. Seis japoneses esperan cámara en mano lanzar sus ofrendas. El ciclo de la vida en esta ciudad que desde hace dos mil años acoge a gentes de todos los rincones de la Tierra.
Fontana de Trevi. Foto: C. Huerta.
Café Sant’Eustachio. Desde 1938. Plaza de San Eustaquio. Roma.
Sanpietrinis: baldosines utilizados en San Pedro del Vaticano.
Lecturas recomendadas: Historias de Roma. Enric González. RBA Ediciones. Barcelona 2010. 123 págs. Paseos por Roma. Stendhal. Alianza Editorial. Madrid. 2007. 523 págs. Elegías romanas. Goethe. Ediciones Hiperión. Madrid 2.008. 99 págs. Compañeros de viaje. Henry James. Navona. Barcelona 2010. 108 págs.
Concha tienes un don especial para acercar lo que ves y lo que sientes, ya sea una comida, un cuadro o una estatua. Quizás es que lo vives con tanta intesidad que tus textos lo transmiten.
Salut
By: micromios on 15/06/2010
at 12:24
Me levanté temprano para disfrutar del centro que despues se inunda de gentes. Solo siento no saber dibujar bien merecia un oleo. Un saludo
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 14:11
Un amigo acaba de volver de visitar, entre otras ciudades, Roma y fuimos a verle para que nos cuente su viaje. Adoro a mi amigo, pero tu crónica sobre Piazza Navona es mejor Concha! La tuya, entraña poesía y alma en el decir, y mi amigo al que quiero mucho, lamentablemente no es poeta. Por suerte estás vos. Un abrazo!
By: Claudia Ibañez on 15/06/2010
at 12:51
Seguro que tu amigo te habra aportado anecdotas coloridas desde su propio punto de vista. A mi me gustan las letras. Es mi debilidad y mi destino.
Un saludo
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 14:13
Me ha encantado pasear contigo al amanecer por algunos de los mejores rincores de Roma, una ciudad tan vinculada al agua. En mi opinión dibujas con la escritura, Concha, creo que ya lo comenté en una entrada en que nos relatabas las pinceladas de uno de mis favoritos. Te he imaginado en la plaza del Panteón degustando un café. Fabulosa. Presta anoto las lecturas recomendadas. He guardado además el enlace a Vanvitelli para leerlo con calma. Disfruta de tu viaje. Un saludo.
By: letrasdeagua on 15/06/2010
at 15:02
Roma es sin duda una ciudad de agua, por sus fuentes, por su rio por las termas. Quiza la capital donde el agua este mas ligada a la historia y a la cultura. Me temo que estos dias este utilizando tu nombre prestado que por cierto me parece bellisimo. Letras de agua.
Un saludo
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 16:27
Un paseo muy poético, lleno de reminiscencias literarias, de referencias arquitectónicas y pictóricas, de anecdotas callejeras. Un gran texto querida Concha.
Un saludo,
By: annefatosme on 15/06/2010
at 15:20
Me acorde mucho de ti cuando visite San Luis de los franceses y sobre todo la tumba de la amante de Chateaubriand que seguro te inspiraria algun relato.
Un saludo
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 16:28
Supongo que siendo las horas que son al escribirte mi comentario me han entrado unas ganas locas de tomarme un cafelito leyendo eso de las terracitas y los cafés cremosos.
Concha no sabes lo bien que dibujas cualquier calle, plaza e instante que vives en esa ciudad tan llena de historia.
Un abrazo eterno, como esa ciudad!
By: pipermenta on 15/06/2010
at 15:24
Muchas gracias por tus palabras . El proximo cafe me lo tomo a tu salud.
Un saludo.
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 16:30
Un placer recorrer, hoy leyéndote, esa ciudad maravillosa especialmente dotada para el paseo. En la Piazza Navonna, principo de este recorrido, aparte de disfrutar de su ambiente, me gusta acercarme a la próxima Piazza di Pasquino, para dejar mi papelito de rigor pegado a la estatua parlante.
Gracias por este delicioso paseo, aderezado «cosi delizioso» con tus palabras.
Un abrazo.
By: Ernesto on 15/06/2010
at 15:40
Yo no me atrevi a dejar ninguna sátira a tan temprana hora de la mañana. Quiza me vuelva a pasar al caer la tarde con alguna sugerencia contra el caos del trafico o la dureza de los colchones que tienen mi espalda quebrada. Un saludo.
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 16:34
Hola, Concha, te devuelvo la visita. Me encanta este blog y volveré por aquí con más tiempo. Hoy he disfrutado intensamente de este paseo por Roma.
(He incluido tu blog en mi lista de favoritos).
Besos
By: Carmen Santos on 15/06/2010
at 18:24
Cuanto me alegra tu visita. Yo también te añadire a
mi blogroll.Un saludo
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 19:10
Bello, bello, bello.
By: chrieseli on 15/06/2010
at 19:21
Tus letras si que son bellas.
Un saludo
By: Concha Huerta on 15/06/2010
at 21:06
Quizás no vendrá al caso, pero viajé a Italia antes de los 90. Fui en mi coche y solo, con intención de vivir la aventura sobre la marcha.
Lo más cierto es que tenía un viejo amor en Florencia, lo cual utilicé como justificante para recorrerme el país en su búsqueda. Costa Azul, Florencia, días enteros entre los puentes, en sus calles, en el recuerdo de lo que fueron, después Roma, Génova, Nápoles.
Por no hacerme repetitivo con el renacimiento y sus conjuntos diré que lo que más me perturbó el viaje fueron las noches romanas, cuando detenido ante los semáforos en rojo los otros coches me tocaban el claxón y me abucharaban por pararme.
Romanos eran, sin duda.
PD Así rompí la tónica dominante. Sabrás disculparme.
Un abrazo
By: eduard on 16/06/2010
at 14:53
Me encanta esta anecdota de tu viaje en pos de un amor de Florencia que dibuja de vida la poesía de mi texto. El problema que tienen los italianos con las señales de trafico todavia no lo entiendo. Quiza esten acostumbrados a marcar ellos las normas y estas menudencias no les interesen. Lo mas admirable es que no haya mas accidentes.
Un saludo
By: Concha Huerta on 16/06/2010
at 17:00
Y Nápoles ni te cuento. Lo siento. Pasa por escribir a trompicones.
Dos abrazos
By: eduard on 16/06/2010
at 14:54
A mi me ocurre continuamente. Una pena que no podamos editar los comentarios que enviamos.
Chiao.
By: Concha Huerta on 16/06/2010
at 17:01
Soy un reciente aficionado a la lectura de viajes y de aquellos que combinan ficción y realidad, literatura y experiencia. Tus textos son un manjar y una luz para lo que no conocemos estos lugares. Pero después de leerte uno siente que pasó por ahí. saludos
By: minicarver on 16/06/2010
at 18:04
Cuanto me alegra haberte acompañado por las calles de esta ciudad tan cargada de historias. Un saludo
By: Concha Huerta on 17/06/2010
at 10:08
Aunque llego al paseo por Roma con casi un año de retraso, la emoción es la misma y me sumo a todos los comentarios vertidos en esta pagina, incluso al desastre automovilístico, que yo creo que es en todas las ciudades de Italia, por lo menos en las que yo conozco. Enhorabuena Concha por tener la capacidad de transmitir con esa claridad y, a la vez, ser capaz de producir emociones en los que te seguimos, que aunque mi incorporación es reciente, estoy encantada con el descubrimiento. Un abrazo.
By: Negra on 27/04/2011
at 22:29
Qué suerte encontrarnos y qué podamos compartir vivencias… Será el destino… Un beso
By: Concha Huerta on 27/04/2011
at 23:03
Siempre he deseado pasear por Roma pero con gusto ¿qué te parece?
By: isfan on 31/05/2011
at 19:35