«Quizá le deba a las flores el haberme dedicado a la pintura». (Claude Monet, 1927)
Entro en la Royal Academy en una tarde gris y ventosa. El paso acelerado, la capucha cubriéndome los ojos mientras compro las entradas. Subo las escaleras y descubro una de las exposiciones que más he disfrutado estos últimos tiempos. “Pintando el jardín moderno, de Monet a Matisse”.
Esperaba algunos de los lienzos que tantas veces he admirado en París, Nueva York, o Madrid. Un festín de formas y colores que alegran el alma. Encuentro una historia de amor a la jardinería de mis artistas favoritos, el jardín de Monet en Argenteuil pintado por su amigo Renoir, la fascinación por las dalias de Caillebotte, la huerta de Pisarro, el jardín en flor de Klimt.
Tropiezo con el patio de Sorolla, tantas veces inmortalizado por nuestro gran artista, y mas adelante con los jardines del silencio de Rusiñol, dos de los artistas españoles representados en esta muestra. Y algunos jardines vanguardistas como el de Murnau recreado por Kandinsky o los mas abstractos de Paul Klee. La revelación del viaje a Marruecos de Matisse, donde pinta las flores que adornan la Villa Brooks. Y las vibrantes amapolas de Nolde.
Y enmarcándolo todo las telas de Monet en Giverny, su paraíso en Normandía. Los diseños del jardín que sería el proyecto definitivo del artista, las listas de cientos de bulbos para decorarlo, las instrucciones precisas al jardinero. Monet ama la naturaleza y no escatima en gastos cada vez que se muda de casa. Tras su paso por Argenteuil, Giverny cumplira todas sus expectativas. Una simbiosis de arte y jardinería que alimentará su imaginación hasta el fin de sus días.
El puente japones bajo distintas luces, las aguas reflejando ramas y pétalos, y sauces llorones, los nenúfares emergiendo en grupos plateados y escarlatas sobre las aguas cristalinas. Una oda al color y las formas que forman parte del imaginario impresionista. En la última sala tres lienzos imponentes que Monet regaló a la ciudad de París tras la Gran Guerra, reunidos por primera vez en 50 años. Solo por ellos merece la pena acercarse a esta exposición magnífica.
Flores, tallos, la brisa contoneando las hojas a su paso, el estallido de la primavera, la exuberancia de las dalias, el aroma de las campánulas. algo de la Royal Academy cargada de nuevas energías y con la certeza de que volveré sin duda a disfrutar de este oasis de naturaleza cuando los días me envuelvan en grises.
“Pintando el jardín moderno, de Monet a Matisse”. Royal Acvademy of Arts. Londres. Hasta el 20 de abril de 2016.
Monet pintando su jardin en Argentueil. Auguste Renoir. 1873
Jardín de la casa Sorrolla. Joaquín Sorrolla. 1919
Jardín en flor. Gustav Klimt. 1906
Nenúfares y ramas de sauce llorón, Claude Monet. 1916-1919
Triptico de nenufares. Monet. 1915-1926.
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