Hoy me levanté tarde. Desayuno a cámara lenta mientras ojeo el periódico. Los titulares de las noticias no me dicen nada. La gripe se pasea entre la nariz y los bronquios. Polizontes traicioneros de algún familiar entristecido. Intento adivinar en alguno de los rostros que nos han visitado los signos del virus. El primo Joserra, recién llegado de Oriente. No. La pobre de Liliana. Su voz sonaba tan cogida cuando nos dio la noticia. No sé si por gripe o por pena.
Febrero comenzó con la luna más fría del invierno. Los copos no dejaron de caer en toda la semana acompañando nuestra vigilia. Frío y viento. Los neumáticos y las mejillas congeladas. Imposible protegerse de estos hielos. El jueves la ventisca se llevó por delante uno de los cedros de la valla en el mismo momento de tu partida. Señal de pleitesía de la naturaleza que tanto amabas. La mañana más fría de nuestras vidas.
La tarde anterior, sentados a tu vera velamos tu último sueño. Me acerque a tu oído y susurre palabras de niña. Papi, soy Conchitina, te quiero mucho. Estate tranquilo, le aseguraba, tus hijos y tus nietos estamos todos bien, gracias a tu esfuerzo. Qué gran familia has construido, desde España a América. Descansa, papaíto, que bien lo tienes merecido. Tantos años de lucha. Mi despedida.
Imágenes a cámara lenta. Rosas rezumando perfumes entre paredes de un cuarto que de niña me parecía tan grande y ahora me parece minúsculo. Los caminos helados bajo un cielo sellado de nubes. El murmullo ronco de la Harley abriendo la comitiva. Pobre Juan, con el frío que hacía. Casi me parece reconocer tu rostro bajo el casco blanco. El abrazo de M que gracias a Dios llegó a tiempo de acompañarme. Qué alivio sentirla esta mañana a mi lado.
Pasé el lunes con Mozart, Handel y Beethoven, tus compositores favoritos, eligiendo la música para el funeral del miércoles. La misa tan bella. El altar rodeado de flores blancas y malvas. La voz cálida del Padre Alberto recordando tu fe y tu afán en el trabajo. El calor de familiares y amigos abarrotando los bancos de la iglesia. Ave verum, corpus… el que cantábamos en el colegio, quien me iba a decir que lo recordaría después de tantos años. Las notas del órgano enmarcando cuatro voces perfectas. Voces cálidas que inundan el alma de recogimiento y esperanza, en tu despedida.
Puerto de Galapagar. Foto: C. Huerta
Te estoy abrazando.
By: Stella on 13/02/2015
at 19:57
Gracias de corazón Estella. Un abrazo
By: Concha Huerta on 14/02/2015
at 11:03
A el le hubiera gustado mucho tu escrito.
By: Joaquin on 14/02/2015
at 10:52
Gracias Joaquín. Que bueno es tenerte como amigo. Un abrazo
By: Concha Huerta on 14/02/2015
at 11:04
Querida Concha le has hecho un bello homenaje que se lleva para siempre consigo.
Un Fuerte Abrazo 🙂 .
By: joaquinsarabia on 16/02/2015
at 17:50
Gracias Joaquin. Me alegra que te guste. Un saludo
By: Concha Huerta on 21/02/2015
at 15:17
Suscribo las palabras de Joaquín. Cuentas con mis oraciones. Un abrazo.
By: zambullida on 17/02/2015
at 13:13
Gracias Zambu. Muchisimas gracias por tus oraciones. Un abrazo
By: Concha Huerta on 21/02/2015
at 15:18