Posteado por: Concha Huerta | 28/03/2014

La Rubia de Ojos Negros.

He pasado unas semanas mareada y con el estómago revuelto por los antibióticos, parece que las bacterias que me acompañan desde  hace un mes son olímpicas. Una lástima porque los días desde la ventana libre ya de andamios, parecían muy limpios. Esta semana que estoy mejor ha vuelto el viento, la lluvia y el frío.

Estornudos, tos, duermevela. Pero no  puedo quejarme. Tuve tiempo para devorar una novela, todo un lujo. La Rubia de Ojos Negros de Benjamin Black, seudónimo de John Banville, me ha atrapado desde la primera página.  California, años cuarenta.  El despacho de Philip Marlowe en un día de poco trabajo, hasta que una rubia misteriosa le encarga que encuentre a su supuestamente fallecido novio.

Qué placer reencontrame con el detective que tantas páginas e imágenes me regaló en el pasado. Al parecer los herederos de Raymond Chandler plantearon el reto de revivir a Philippe Marlowe al irlandés  John Banville . El resultado, La Rubia de Ojos Negros, verdadero acontecimiento literario. Una novela negra con mayusculas. Intriga, seducción, ironía y un desenlace  digno del mejor Chandler.

No voy a desvelar  la trama, qué envidia a los que aún no hayáis disfrutado de su lectura. Una lectura que recomiendo a los amantes del género negro y en general de la buena literatura. Os dejo como muestra el comienzo. Espero que disfrutéis como yo con La Rubia de Ojos Negros.

Era martes. Una de esas tardes de verano en que la Tierra parece haberse detenido. El teléfono, sobre la mesa de mi despacho, tenía aspecto de sentirse observado. Por la ventana polvorienta de la oficina se veía un lento reguero de coches y a un puñado de buenos ciudadanos de nuestra encantadora ciudad, la mayoría hombres con sombrero, que deambulaba sin rumbo por la acera. Me fije en una mujer que  en la esquina de Cahuenga y Hollywood, aguardaba a que cambiara la luz del semáforo. Piernas largas, una ajustada chaqueta color crema con hombreras, una falda azul marino. También lucía un sombrero, un accesorio tan diminuto como un pajarito que se hubiera posado en un lateral de su cabello y se hubiera quedado allí alegremente. Miró hacia la izquierda,  luego hacia la derecha y de nuevo hacia la izquierda- debía de haber sido una niña muy buena- y entonces cruzó la calle soleada, avanzando con elegancia sobre su propia sombra. 

rubia-ojos-negros

La Rubia de Ojos Negros. De Benjamín Black (seudónimo de John Banville). Alfaguara. 2014. 326 páginas.


Respuestas

  1. Un libro para tomar nota y tenerlo en cuenta.
    Un Abrazo Concha 🙂 .

    • Perdona Joaquín que no te contestara antes. he tenido un problema con WP y no me dejaba desde mi página. Muchas gracias por compartir siempre tus ideas. Un abrazo.

  2. 😉 .


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