He pasado unas semanas mareada y con el estómago revuelto por los antibióticos, parece que las bacterias que me acompañan desde hace un mes son olímpicas. Una lástima porque los días desde la ventana libre ya de andamios, parecían muy limpios. Esta semana que estoy mejor ha vuelto el viento, la lluvia y el frío.
Estornudos, tos, duermevela. Pero no puedo quejarme. Tuve tiempo para devorar una novela, todo un lujo. La Rubia de Ojos Negros de Benjamin Black, seudónimo de John Banville, me ha atrapado desde la primera página. California, años cuarenta. El despacho de Philip Marlowe en un día de poco trabajo, hasta que una rubia misteriosa le encarga que encuentre a su supuestamente fallecido novio.
Qué placer reencontrame con el detective que tantas páginas e imágenes me regaló en el pasado. Al parecer los herederos de Raymond Chandler plantearon el reto de revivir a Philippe Marlowe al irlandés John Banville . El resultado, La Rubia de Ojos Negros, verdadero acontecimiento literario. Una novela negra con mayusculas. Intriga, seducción, ironía y un desenlace digno del mejor Chandler.
No voy a desvelar la trama, qué envidia a los que aún no hayáis disfrutado de su lectura. Una lectura que recomiendo a los amantes del género negro y en general de la buena literatura. Os dejo como muestra el comienzo. Espero que disfrutéis como yo con La Rubia de Ojos Negros.
Era martes. Una de esas tardes de verano en que la Tierra parece haberse detenido. El teléfono, sobre la mesa de mi despacho, tenía aspecto de sentirse observado. Por la ventana polvorienta de la oficina se veía un lento reguero de coches y a un puñado de buenos ciudadanos de nuestra encantadora ciudad, la mayoría hombres con sombrero, que deambulaba sin rumbo por la acera. Me fije en una mujer que en la esquina de Cahuenga y Hollywood, aguardaba a que cambiara la luz del semáforo. Piernas largas, una ajustada chaqueta color crema con hombreras, una falda azul marino. También lucía un sombrero, un accesorio tan diminuto como un pajarito que se hubiera posado en un lateral de su cabello y se hubiera quedado allí alegremente. Miró hacia la izquierda, luego hacia la derecha y de nuevo hacia la izquierda- debía de haber sido una niña muy buena- y entonces cruzó la calle soleada, avanzando con elegancia sobre su propia sombra.
La Rubia de Ojos Negros. De Benjamín Black (seudónimo de John Banville). Alfaguara. 2014. 326 páginas.
Un libro para tomar nota y tenerlo en cuenta.
Un Abrazo Concha 🙂 .
By: joaquinsarabia on 30/03/2014
at 19:51
Perdona Joaquín que no te contestara antes. he tenido un problema con WP y no me dejaba desde mi página. Muchas gracias por compartir siempre tus ideas. Un abrazo.
By: Concha Huerta on 08/04/2014
at 13:25
😉 .
By: joaquinsarabia on 08/04/2014
at 13:33