Concha Huerta – Arte y cultura

Lluvia, frío. El viento polar azota la capital británica. Ocupamos nuestras butacas en la Royal Opera House entumecidas. A las 7:30 comienzan los primeros compases de Onegin, el ballet basado en la ópera de Tchaikovski, sobre la famosa novela en verso de Pushkin.

Dos hermanas disfrutan de la campiña rusa. La más joven, sueña con su prometido el poeta Lenski, Tatiana lee absorta una novela. Llega Lenski con un amigo, el taciturno Onegin, un dandi aburrido de la vida que robará el corazón de Tatiana. Su indolencia negará este amor juvenil, le llevará a la tragedia y años mas tarde, a recibir la misma moneda.

Sorprendente la coreografía  de John Cranko, creada en 1965 para el Stuttgart Ballet, con alguno de los pas de deux más apasionados de la danza. Imposible describir tanta belleza. El de la carta de Tatiana, cargado de lirismo, pasión y juventud, el de la escena final, donde rechaza a Onegin a pesar de amarle en secreto, para mantener su honor como mujer casada, de una fuerza y dramatismo que arranca lágrimas.

La puesta en escena, decorados y vestuario, brillantes. La Tatiana de la madrileña Laura Morera, primera bailarina del Royal Ballet desde 2007, sobresaliente. Qué orgullo encontrar a esta compatriota sobre las tablas. Cuantas horas, cuanta dedicación para ejecutar una coreografía tan exigente sin esfuerzo aparente. El Onegin de Federico Bonelli, sobrio y potente. La pareja de Nehemiah Kish y Yuhui Choe (Lenski y Olga) con una química perfecta.

Salimos entusiasmadas. El Royal Ballet nunca defrauda. Recuerdo que la primera producción que vimos de ellos fue La Bella Durmiente en el Teatro Real en 1997. Esperemos que pronto podamos volver a disfrutar de alguna de sus producciones en España.

Federico Bonelli y Laura Morera en Onegin.

Mi escena favorita. La carta, Acto I, con Alina Cojocaru, otra de las primeras bailarinas del Royal Ballet.

Aquí podéis disfrutar del saber hacer de Laura Morera en Giselle.