La última vez que había visto a Laura era dos de febrero. Lo que me costó llamarla. Recuerdo las palabras del entrenador, tu futuro está en la liga, y yo obsesionado con impresionar a la hermana de Nacho. Llegó tarde. Al caminar ondulaba las caderas como una estrella de Hollywood. Estaba radiante. Había conseguido una beca para estudiar en Los Ángeles. Yo apenas la escuchaba absorto en su rostro perfecto. Deseé convertirme en cristal y rozar aquellos labios de ensueño.
– ¿Qué es eso tan importante que querías contarme? –
Dejo el rugby, me gustaría escribirte, voy a opositar, cuando vuelvas podríamos…
– No te vayas – dije en un impuso salido de la nada – Nos das suerte – añadí intentando arreglarlo. Qué estúpido, tantas frases ensayadas para nada.
– Sois mis favoritos. En cuanto vuelva me tenéis en primera fila animándoos.
Cuando cruzó la puerta noté una punzada en el estómago. Devoré dos tortitas con nata y chocolate, pedí otras dos, y alguna más, ya no recuerdo cuantas. Sólo recuerdo que el vacío me quemaba las entrañas. Me encerré a estudiar, meses entre leyes y códigos. Y mi madre atiborrándome a dulces. Lo mejor para la cabeza es el azúcar. Hasta que me convertí en juez de Tomelloso. Después Albacete, Ciudad Real y Valencia. Y finalmente Madrid, el hogar de mi infancia.
Me encontré con Nacho en el Auditorio. Casi no le reconozco con tanta cana. Le pregunté por su hermana. Vivía en Houston con dos hijos adolescentes. De su ex marido no contó casi nada. Nacho estaba preparando una fiesta por su cumpleaños. Una fiesta de disfraces. Me recomendó un gimnasio, él había perdido seis kilos desde el verano. A mí me sobran veinte o treinta. Maldito trabajo, todo el día sentado entre juzgados y despachos.
Llegué pronto recién salido del ágora. Me escabullí al fondo de la barra. Una señal y un grito. ¡Felicidades! Laura no pudo contener las lágrimas. Llevaba una chaqueta esmeralda y una falda ajustada en las caderas. Exactamente como yo la recordaba. 50 años. Cómo pasa el tiempo. Saludó a una Madonna ochentera, a un Tiger Woods de rostro tiznado y a una Marilyn con peluca y pieles falsas. Al acercarse al bar, Nacho me señaló con un gesto.
– El de la toga es Tenorio, ya sabes, el capitán del equipo de rugby. Ahora es juez de la Audiencia Nacional.
– ¿Tenorio?- dijo con la vista clavada en mis kilos – Lo siento, no le recuerdo, han pasado tantos años-
Marilyn Monroe.
Que complicado puede ser el mundo de los sentimientos, y cuando alguien tan importante para nosotros ni nos recuerda es como si el mundo se derrumbara.
Buen relato
Saludos 🙂 .
By: joaquinsarabia on 02/02/2012
at 13:23
Quería reflejar la fragilidad del alma que a veces se construye castillos que terminan desmoronándose. Un saludo
By: Concha Huerta on 04/02/2012
at 14:25
La vida pasa dejando en nuestros cuerpos el paso inexorable de los años.
Bonito y triste, a la vez, este relato.
Un abrazo
By: mercedesmolinero on 02/02/2012
at 13:38
Por un lado una ilusión te hace crecer como persona, por otro la frustración ante los deseos inalcanzables termina mermando la salud y la autoestima. Un saludo
By: Concha Huerta on 04/02/2012
at 14:26
Hay que personas que han sido tan importantes para ti y ni siquiera lo saben… Un beso.
By: Susana on 02/02/2012
at 16:39
Yo creo que en el fondo si lo saben, lo que ocurre es que a veces la vida te desvía de tu camino y al final sientes que ya no puedes volver atrás. Ella terminó divorciándose. Seguro que nadie la habría querido como Tenorio. Un saludo
By: Concha Huerta on 04/02/2012
at 14:27
Un relato que duele hasta las tripas, que la mujer que fue y es adoración no recuerde… ayyy un beso, me ha gustado querida amiga Rub
By: rubengarcia on 02/02/2012
at 17:47
Ella también perdió la oportunidad de una relación especial. Cuantas veces nos ocurre esto en la vida. Un saludo
By: Concha Huerta on 04/02/2012
at 14:28
Las imágenes de las personas de nuestra memoria se van diluyendo con el tiempo. Pocas quedan grabadas a la perfección, en éste caso en la mente de él. Para ella, lo más probable que él no haya significado nada, y el tiempo que no perdona a nadie, hizo el resto.
Un relato muy realista, y actual.
Hasta pronto.
By: stellamantrana on 03/02/2012
at 11:56
Gracias Estela. La vida tal y como es muchas veces decepciona aunque hay que encontrar siempre el modo se avanzar, no crees? Un saludo
By: Concha Huerta on 04/02/2012
at 14:29
El tiempo hace lo que tiene que hacer con nuestro físico: envejecernos, engordarnos o adelgazarnos, en fin, cambiarnos, pues no se puede ser joven toda la vida. Lo malo no es eso, lo malo es que nuestra mente no mejore con el tiempo.
La historia que relatas sera dura para el hombre en la medida que no sepa llevar su aspecto físico con inteligencia. Si se acepta y acepta a los demás como son la vida sigue siendo muy grata. aun cuando ya no te reconozcan como el joven que ya no eres.
Me ha gustado. Gracias
By: Javier Revolo on 04/02/2012
at 9:38
En la vida no solo el físico importa. Buena observación Javier. Un saludo
By: Concha Huerta on 04/02/2012
at 14:30
Siempre pensamos que el tiempo pasa para los demás hasta que estos se convierten en nuestros espejos, entonces nos damos cuenta de como hemos cambiado. Por suerte los sentimientos no tienen edad.
Salut
By: micromios on 05/02/2012
at 11:15