Aeropuerto de Lisboa, puerta de embarque, avión de Iberia, maletas, taxi, mi cuarto. Tres horas en tránsito entre el Atlántico y el centro de la meseta castellana. Sobrevuelo nubes espesas que se van despejando a medida que ascendemos. El sol se escapa entre el fuselaje y la tierra se oscurece. Al llegar a nuestro destino la noche se tiñe de luces naranjas como destellos de la increíble puesta de sol que divise desde la ventanilla.
Recorro de nuevo los largos pasillos de la T-4 sobre una cinta que nos transporta a cámara lenta. Un trasiego de gente que viene y va a lugares que me son desconocidos. En la K-76 veo anunciado un vuelo a Londres. Ganas me entran de colarme entre sus pasajeros. Recuerdo que de niña a mi padre le encantaba viajar por impulsos. Llegaba a casa un viernes y anunciaba que el primero que estuviera preparado le acompañaba al aeropuerto.
Una vez fui yo la más rápida en cambiarme el uniforme y meter una muda en un bolso de mi madre. Cuanto orgullo ante mis hermanos salir de casa de la mano de mi padre. Tendría diez u once años. Mi padre encontró dos billetes para París, su destino favorito. Pasé todo el viaje con la nariz pegada a la ventanilla, era mi primer viaje al extranjero, aunque fuera estaba oscuro. Debí quedarme dormida, porque recuerdo que mi padre me despertó con un beso en la mejilla. Cuantos recuerdos. Quizá ellos me transformaron en la viajera incansable de hoy en día.
Y vosotros, ¿cómo recordáis vuestro primer viaje?
Me encantaría poder recordar mi primer viaje como tu, recuerdo puntualmente anécdotas de algunos, pero creo que me metieron en un avión desde que nací. En cambio, recuerdo muy bien mi primer viaje largo en coche, ya mayocita, y como no acordarme, cuando pasados los veinte años le pedí a mi marido que me tenía que llevar en tren a donde fuera, porque no había viajado nunca en tren, fuimos a Granada. Maravillosos recuerdos los de los viajes que siempre vuelven a nuestra memoria. Gracias Concha por compartir la tuya, un abrazo.
By: Negra on 17/01/2013
at 12:51
Mi primer viaje del que tengo memoria, creo que tendría cinco o seis años, y me llevaron desde Montevideo al Departamento de Treinta y Tres. Pero lo que me impactó no fué el tren, sino que al bajar nos esperaban con un sulky y un carro para llevarnos a destino. Fuí con mi madre y un peón en el sulky, y fué por años una aventura inolvidable, las riendas, el estribo, la fusta, ese andar bamboleándose, y el chistido al caballo que se llamaba Veloz, e iba tan lento que llegó antes el carro con las otras personas y la valijas que nosotros.Tanto fué que cuando queríamos que alguién fuera despacio le decíamos, …Andá con Veloz…
Recordar muchas veces es delicioso, gracias por dar a conocer el tuyo.
Hasta pronto.
By: stellamantrana on 17/01/2013
at 15:39
¡Qué anécdota tan hermosa! Sería bonito viajar así, sin planificar, sin maletas. No me extraña que no despegaras la nariz de la ventanilla.
By: zambullida on 18/01/2013
at 0:43