Obertura. Ojos vencidos al cansancio. Cuerpo cubierto por un lienzo blanco. Ensueño, encuentros, desencuentros. El cuarto vacio. Una columna de sandalias y hawaianas abandonadas al verano.
Bourrée. Sobresalto de timbales y cornetas. Estallidos de guerra. Me acerco a la ventana. Sobre las copas negras de los cipreses se abren estrellas verdes, rojas y blancas. Silbidos de dragones y lágrimas. Las Fiestas del Mar. Música y bengalas. La Música para los Reales Fuegos de Händel.
Bahía de Cascáis. Foto: M. da Silva
La paz. Largo alla sicilianna. La última mañana juntas. El paseo entre las fachadas georgianas de Brook Street. Escaleras estrechas hacia la recámara. Una estancia austera, apenas una cama y una chimenea. Una corriente fría atraviesa las ventanas. La misma corriente que robó el aliento al compositor de Halle hace 250 años. Un anciano comenta que los muebles son reproducciones. No hace falta. Aquellas maderas no tienen alma.
El júbilo. Allegro. Salimos apresuradas huyendo de sombras fatuas. Dos salas, dos clavicordios. Uno voluptuoso de doble teclado negro e incrustaciones de nácar. Recitales y cantos. Otro pequeño y estrecho donde Händel pasa las horas creando. La soledad del profeta. La música brota de sus dedos en cascadas celestes. Cantatas y arias. El Mesías. El lenguaje de Dios en tinta negra.
Minuetto. Green Park. 1.749. Veinte oboes, doce fagots, nueve trompetas, seis trompas y tres pares de timbales. Una explosión única que deslumbra a doce mil almas. Silencio. La noche vacía envuelta en pólvora. Los acordes de Händel resuenan en mi mente agotada. Los fuegos me acompañan toda la semana. Una sonrisa. En dos semanas vuelve M. a casa.
Festas do Mar. Baía de Cascáis. Artesanía, gastronomía, conciertos, fuegos artificiales. Del 19 al 29 de Agosto de 2010.
Casa-museo de Händel, 25 Brook St., Londres.
Al gris le sigue la alegría de toda la paleta de colores. Es como una despedida alborozada (y armoniosa, claro) de este cálido verano, aunque las previsiones nos anuncien que las altas temperaturas todavía nos van a durar unas cuantas semanas.
Muy bello.
By: Albert on 26/08/2010
at 19:54
Que verano más caluroso. Aquí con la humedad no se consigue respirar. Un saludo
By: Concha Huerta on 26/08/2010
at 22:03
En este texto asocias con mucha delicadeza una obra musical con estados de ánimo entrelazados de recuerdos, de nostalgía. El resultado es muy bello.
Solamente quedan dos semanas.
Un abrazo,
By: annefatosme on 26/08/2010
at 22:24
Gracias Anne por tu comentario. Me alegro que lo disfrutes
By: Concha Huerta on 27/08/2010
at 12:36
Tras leer tu hermoso texto he sentido un gran placer al cerrar los ojos y escuchar a Händel en el silencio de mi estudio.
Saludos desde el invierno austral.
By: Luis Irles on 27/08/2010
at 11:36
Que imagen tan bella imaginarte escuchando a Handel en tu retiro austral.
By: Concha Huerta on 27/08/2010
at 12:37
¿Como se le puede explicar a alguien que no te conoce lo que nos sacude cuando se escucha una música, se admira un cuadro, o un sentimiento nos invade? Amo a Handel, Concha. Amo al compositor, admiro y aprecio a la autora del texto y me siento niña con los fuegos artificiales.
Yo también aplaudo, pero a la artista y a la persona capaz de plasmar sentimientos en tan bellas palabras.
Plas, plas, plas….
By: pipermenta on 27/08/2010
at 22:20
Tus palabras encienden caricias en mis letras. Un saludo.
By: Concha Huerta on 28/08/2010
at 9:21
Me gusta Händel. Me gusta todo. Me encanta leerte.
By: Pilar Insertis on 29/08/2010
at 18:53
Y a mi que puedas disfrutarlos.
Un saludo
By: Concha Huerta on 29/08/2010
at 19:41
M A R A V I L L O S O.
Aún mis pequeños pies se mueven al ritmo de esta magnífica pieza. Te imagino con tu sombrero de pluma, avanzando por la ciudad, encantando a todos.
Un abrazo
By: chrieseli on 02/09/2010
at 14:04
Siempre es un privilegio encontrarme mensajes tan animosos. Saludos
By: Concha Huerta on 02/09/2010
at 15:01