Posteado por: Concha Huerta | 09/01/2010

El primer hombre

Atardecer en Cascáis. El aire se condensa entre añiles y violetas en un cielo rescatado de cúmulos sobre la costa. El viento vence tallos y hojas encendidas por un sol acechado por corrientes del  Mar del Norte.  Los azules se precipitan a la noche prematura y se reflejan en la superficie cristalina abandonada desde hace meses. Una gota emborrona su imagen pulida, luego otra y otra, hasta que el espejo se inunda de ondas. Me pregunto de donde vendrán aquellas gotas.

Como las que describe Camus en “El primer hombre”, la novela que perdió a su dueño en una carretera comarcal hace cincuenta años. “El primer hombre”, la prosa definitiva de Camus, su proyecto más personal, la clave de su inspiración y sus letras. 

Cuantas veces habré recorrido esas páginas incompletas salpicadas de esencias africanas, de coraje de una madre siempre de negro, sumergida en un mundo sin palabras, entre fregonas y la habitación que compartió con dos niños apartada de sus ilusiones y juegos.  La madre que pasaba los atardeceres frente a la ventana, perdida en un mundo que no era para ella. La madre que Camus veneraba sobre todas las cosas, mi madre es la causa más importante que conozco en el mundo (Albert Camus. «Cuadernos»), la que elevó sobre la Justicia en aquel discurso tan contestado ante el Nobel. La madre que revistió de humildad a este profeta del alma.

Y Argelia. Las mesetas brillantes, las rocas esculpidas, el mar infinito y cambiante. La sensualidad de sus arenas onduladas. La luz y el calor en su apogeo. La armonía de los elementos.  Recuerdos de infancia. La fascinación por el aprendizaje,  la nobleza del profesor de instituto que rescató sus manos de la dictadura del sustento.  El padre que nunca tuvo. Las lágrimas ante el túmulo del joven arrebatado por la brutalidad de la Gran Guerra. Tan joven, tan inútil.

Dunas de Argelia. Foto: Aetxaba

“El primer hombre”. La promesa de una obra definitiva delineada con descripciones antológicas, la luz y el calor de su tierra, la armonía entre los elementos, el ansia del abrazo absoluto entre el hombre y la naturaleza. La última conversación entre Camus y Galimard, su editor y compañero, al volante del Facel Vega. La niebla usurpando los caminos de Villeblevin, las gotas densas, el barro sobre el asfalto. Y  el tronco definitivo del plátano que truncó la vida del Nobel  a los 46 años, tan jóven, tan inútil.

Francia discute si trasladar los restos de Camus al túmulo más noble del Panteón parisino. Sus lectores veneran sus letras desde hace cincuenta años. Las páginas de “El primer hombre” me acompañan en mis viajes y ocupan un lugar de privilegio entre mis joyas más preciadas. Y cada e enero, saludo con sus palabras el Año Nuevo.

En lo alto, sobre la carreta que rodaba por un camino pedregoso, unas nubes grandes y espesas corrían hacia el este, en el crepúsculo. Tres días antes, se habían hinchado sobre el Atlántico, habían esperado el viento del oeste y se habían puesto en marcha, primero lentamente y después cada vez más rápido, habían sobrevolado las aguas fosforescentes del otoño encaminándose  directamente hacía el continente, deshilachándose en las crestas marroquíes, rehaciendo sus rebaños en las altas mesetas de Argelia, y ahora, al acercarse a la frontera tunecina, trataban de llegar al mar Tirreno para perderse en él. Después de una carrera de miles de kilómetros por encima de esta suerte de isla inmensa, defendida al norte por el mar moviente y al sur por las olas inamovibles de las arenas, pasando por encima de esos países sin nombre apenas más rápido de lo que durante milenios habían pasado los imperios y los pueblos su impulso se extenuaba y algunas se fundían ya en grandes  y escasas gotas de lluvia que empezaban a resonar en la capota de lona que cubría a los cuatro pasajeros.  (Albert Camus. «El primer hombre», pág. 1)

«El primer hombre«. Albert Camus. Colección Andanzas. Tusquets. 2003. 304 pags.


Respuestas

  1. Que escritura tan sabia, es la tuya, Concha, que se repliega, discreta, para hacer paso a este maravilloso pasaje de la obra de Camus. La inmensidad del universo convertida en unas gotas de agua cayendo sobre una capota…Y todo escrito con una sencillez apabullante…como si fuese facil, al alcance de cualquiera!
    Gracias por rescatar de mi olvido esta pequeña joya literaria.

  2. Mi escritura no es sabia. Es un simple destello de las palabras de Camus. Este primer párrafo de El primer hombre es uno de mis comienzos favoritos de novela, si es que se puede llamar novela a esta evocación tan personal de este maestro.

  3. Belo texto sobre Camus. Parabens.
    Um livro onde se adivinha o saboreado prazer ao escrevê-lo O desenvolvimento das descrições são como variações longas sobre temas de uma musica que se improvisa. Pareceria ser uma obra para uma idade mais madura mas parece haver como que uma antevisão de que não havia muito mais tempo…
    A mãe, a grande personagem (Lorca talvez a sentisse como uma familiar de alguma personagem sua). Aquela mãe que ao saber do convite para o Palacio do Eliseu, lhe disse: » Essas coisas não são para nós. Não vás meu filho, desconfia»-A mulher de que ele dizia » era a unica cuja ternura podia levar a pensar na fé, mas precisamente a ternura era toda a sua fé»
    A mulher que talvez lhe disesse «Não vás para o Panteon » e a quem desta vez ele dira, «Desculpa, mas tenho de ir. É lá o meu lugar, como o foi em Estocolmo»

    • No se como terminará la historia del Panteón. Sólo se que cada dia me sorprende un artículo nuevo sobre Camus, como el de Jean Daniel en El pais de hoy, que se pregunta «¿Será 2010 el año de Camus?. Nuestro mundo necesita más que nunca la disciplina de la lucidez, la abominación de lo absoluto, el cultivo de la duda y el heroísmo en el comedimiento que caracterizaron al autor de «El primer hombre»» (El pais. pag. 31) No se si andamos más necesitados de ideas o de letras.

  4. Camus era o que eu cnsidero um homem inteiro. Nunca serviu ninguém; deu lições a todos pela jus teza do seu pensamento e coerente prática. É esse o recado que deu a Sartre e outros » serviçais».

    • Estoy de acuerdo contigo. Es tan raro encontrar mentes tan completas. Lastima de árbol frente a la carretera.

  5. Lástima de árbol, sí…, pero nos dejó su legado y podemos seguir disfrutando de él cada enero o cada vez que el antojo de unas palabras hermosas, bien aliñadas, llame a nuestra puerta. Espléndida manera de parafrasearlo la tuya.


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