Las cinco de la tarde. Nos dejamos caer sobre la pequeña butaca del Foyer, frente a una taza de porcelana verde pálido. Atrás quedaron carreras, maletas y aviones. El primer sorbo cálido acaricia el paladar y tamiza el estómago abandonado desde la mañana. El segundo despeja las sienes, el tercero nos devuelve al cielo. Las cien orquideas del centro, las columnas y mamparas, al color de los años veinte.
Carcajadas cristalinas. Murmullos que arrastran eses como un fondo marino. Copas de champan y bandejas vestidas de blanco circulando entre las mesas. Pedazos de huertas y granjas atrapados en panes tiernos. La diligencia de un camarero impecable borra pequeñas dudas y grandes pesares. Otra taza de té. El tiempo se desvanece entre mermeladas y pastas.
Caballeros y damas de etiqueta, mujeres envueltas en velos y hombres de piel oscura. Muchachas ansiosas y niñas de rizos dorados. Un violín tararea melodías de Cole Porter envueltas en acordes de piano. Madera barnizada y laca brillante. Texturas de terciopelo, tintineos de cucharillas de plata. Cuatro pasteles perfuman la mesa con texturas tropicales. El té del Claridge’s, una experiencia inolvidable.
Afternoon Tea en The Foyers. 14:30 a 17:30. Hotel Claridge’s. Londres
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