Atardecer en Cascáis. El viento de julio levanta una lluvia de pétalos sobre la terraza. Persistente, caprichoso, agita telas y ramas de cipreses altivos. Ecos de azañas y miserias ruedan por la hierba y se deshacen en las agua turquesas. Un intervalo y vuelve el revuelo de cortinas y cabellos húmedos. Las rachas crecen y serpentean entre la tierra y el cielo.
El viento del norte invade el sosiego de la tarde con murmullos de traición y pena. Otro lugar, otra era. El príncipe se lamenta. Ser o no ser, el eterno dilema. Jude Law recorre los muros congelados por el pecado en un viaje sin respuestas. Figuras hieráticas le observan. Hamlet desborda su melancolía sobre las piedras. Venganza, desidia, Shakespeare deshilvanando entrañas. El viento vuelve a azotar cortinas y plantas.
Hamlet se rebela contra su sangre, repudia al amor de Ofelia y la lanza a la locura del suicidio. La imagen de Millais. Una joven engalanada de flores bajo el agua. Y el fantasma reclamando justicia. Una justicia que no existe ni existirá en la tierra y que empaña de sangre el palacio asediado por la tormenta. El reino abandonado a la invasión y la pena.
En la escena, una sucesión de luces y sombras, de voces envueltas en grisalla que deambulan como almas muertas. La maestría de Grandage. En el centro, Jude Law-Hamlet iluminando las tablas con un torbellino de formas y sentimientos. Su cuerpo estilizado transmuta los versos en cuadros de danza cual rachas de aire fresco que arrancan aplausos y lágrimas al público entregado a la tragedia.
Donmar West End HAMLET de William Shakespeare. Dirección: Michael Grandage. Con Jude Law. Teatro Wyndham. Londres. Hasta el 22 de agosto de 2.009.
Jude Law enorme. Un gran Hamlet. Recordaré esa tarde de teatro toda la vida.
By: Marta on 27/07/2009
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