Concha Huerta – Arte y cultura

La pasada ha sido una semana de grandes acontecimientos culturales. El mundo literario despedía a Gabriel García Márquez, el Nobel colombiano, con innumerables homenajes y muestras de afecto. De entre ellos me conmueven las palabras de Salman Rushdie, autor de la aclamada Hijos de la Medianoche, cumbre del realismo mágico británico, cargadas de admiración y gratitud. Su mundo era el mío, traducido al español. No resulta sorprendente que me enamorase de él, no por su magia, sino por su realismo.

Me gusta comenzar cada año releyendo a un clásico y este año escogí Cien Años de Soledad, ¿Una premonición?. El calor de Macondo caldeó mis noches de enero, un calor cargado de Ursulas y Arcadios, personajes rotundos y apasionados que tanta fama darían a Gabo. Aunque mi novela favorita de Márquez es sin duda, Crónica de Una Muerte Anunciada. Un autor que pasará sin duda al Olimpo de las Letras.

También celebramos el 450 aniversario de William Shakespeare, genio inigualable de la dramaturgia inglesa cuyas obras han inspirado la imaginación de tantos creadores contemporáneos. Shakespeare te achica, te fragmenta, pero a la vez te hace sentir fuerte, te atrapa, te pregunta, te explica lo humano y por eso lo haces tuyo. Comenta con acierto el  director de escena Miguel del Arco.

A mi Shakespeare me llega de cerca, el destino me ha unido a él de una forma insospechada. Quién me iba a decir cuando monté Romeo y Julieta en la escuela, que vería a mi propia hija recitando los versos del bardo sobre las tablas del Globe, templo de Shakespeare en Londres. Confieso que derramé alguna lágrima. Como las que derramo con cada uno de sus personajes tan allegados al alma. Un autor eterno.

The Globe Theatre. Londres. Foto: C. Huerta