Desayuno de domingo. Té, cruasanes con miel y fresas. Abro la puerta para recoger el periódico y descubro un paquete envuelto en papel rosa. La escalera sube y baja en silencio, las puertas permanecen cerradas. Rasgo el papel y encuentro cuatro ojos que me observan desde la tapa de un libro. Dino Buzzati. Un amor. Me pregunto quién me habrá dejado este regalo. José Manuel. No. No sabe donde vivo. Miguel. No le vi nunca con un libro. Jaime. Demasiado joven para conocer a Buzzati.
Abro las páginas con una mezcla de excitación y deseo. Excitación ante un admirador secreto. Deseo de descubrir otra historia de Buzzati, el autor del El desierto de los tártaros, una de mis novelas favoritas. Milán años sesenta. Un intelectual de clase media relata rutinas de una vida monótona. Sin familia, sin amistades, con un trabajo que no le llena, rondado por pensamientos de muerte. Cada jueves visita una casa de citas donde le espera Leide, su único contacto con el universo femenino.
Preparo un bocadillo pensando en los personajes de la novela. Dorigo, el intelectual sensible arrastrado a una pasión irrevocable, la pasión que no había conocido en cincuenta años. Leide, la joven osada y amoral perdida entre drogas y miseria. Milán, la ciudad que se expande arrastrando un ejército de almas que malviven en armonía forzada. Un Madrid actual inundado de inmigrantes sin futuro.
Trascurre la tarde absorbida entre líneas. Y parte de la noche. Buzzati me ha cautivado con descripciones y metáforas. Soledad, misterio, espera. El ser racional desarmado por la dictadura del cuerpo, por el anhelo de una juventud que el autor diseña con dos pares de ojos, mezcla de fascinación y vértigo.
Termino el libro y masajeo los ojos doloridos. Se ha hecho tarde. Las paredes retumban con ecos de percusiones y guitarras. Otra fiesta de la vecina. Me abandono al sueño entre voces extrañas, ojos que acechan y zumbidos metálicos. Amanezco con la cabeza presa y la sensación de haber perdido algo entre sueños. Me arrastro hasta la puerta y en el ascensor encuentro a Alexia, con aspecto de haber dormido menos que yo.
– Menuda fiesta anoche.
– ¿Qué fiesta?, estuve sola en casa.
– Me pareció escuchar música hasta tarde.
– Estaba leyendo. Siempre leo con música.
– Pues sería un libro muy bueno.
– Era raro. De una drogata que explota a un burgués que se cree muy listo y no se entera de que sólo le busca por la pasta. Menudo perdedor.
-¿Y por qué lo leíste?
– Era un regalo. Lo encontré ayer en la puerta envuelto en corazones rosas. De algún retrasado que no sabía que San Valentín fue el domingo pasado. Y como en el fondo soy una romántica, decidí leerlo. Al final me enrolló y lo terminé de un tirón escuchando Metallica.
– Y ¿qué libro era?
– No creo que te suene. Un amor de un tal Dino Buzzati.
Un Amor de Dino Buzzati. Traducción de Carlos Manzano. Ed. Gadir. Madrid 2.004.
Que generoso admirador. Me pregunto si no sacará algo, una historia tal vez, al veros leer, tan dispares.
Así ¿recomiendas el libro? Lo anoto, pero sólo tengo una vida…
By: fanou on 22/02/2010
at 23:09
¿Y cómo sabes que solo regalo libros en un planta?
¿Y cómo sabes que era un admirador y no una amiga desencantada?
Un amor es un libro muy bien construido pero duro. Si te gustan los perdedores, el lenguaje descarnado y las metáforas, es tu libro. Desde luego lo contrario del típico libro para regalar en San Valentin.
Un saludo
By: Concha Huerta on 23/02/2010
at 0:17
Excepcional relato sobre el libro de Buzzati, me entraron ganas de releer uno de sus cuentos y leí Los bultos del Jardín, un pequeño cuento de tu admirado escritor.
Tu escritura sigue evocandome a Paniker , conjugando la cordura y el misterio con maestría.
By: Carmelo López on 23/02/2010
at 0:37
Buzzati es un maestro y no solo de la escritura. La portada del libro es un diseño suyo que define el libro en cuatro trazos.
Un saludo
By: Concha Huerta on 23/02/2010
at 0:40
Y yó, como hombre orquesta aplaudo a Buzzati y a Concha aun más, por escribir con la mano de Dios..!
By: Carmelo López on 23/02/2010
at 2:10
Gracias por tu entusiasmo. Tus palabras alegran la mañana húmeda con sus notas alegres. Un saludo
By: Concha Huerta on 23/02/2010
at 11:22
Leí el libro de Buzzati, del cual soy una fiel admiradora, hace dos años y de un tirón, como tú.
Me gusta mucho el final de tu relato, un mismo libro para dos mujeres, que refleja a la perfección la dualidad de la obra.
By: annefatosme on 23/02/2010
at 9:54
Queria en efecto mostrar distintas visiones de una misma novela. Y es que que las texturas de lectura son y serán siempre un capricho de nuestras propias historias.
Un saludo
By: Concha Huerta on 23/02/2010
at 11:25
Muy buena idea la dar dos visiones sobre un mismo libro. Del autor conozco su libro Sesenta relatos, un estilo que me fascina.
Salut
By: micromios on 23/02/2010
at 14:51
Los relatos de Buzzati son magnificos aunque mi obra favorita de el es sin duda El desierto de los tártaros. Obra maestra de descripciones y metáforas.
Un saludo
By: Concha Huerta on 23/02/2010
at 15:03
Es la magia de las mil interpretaciones de una misma obra según el lector. Es la magia de la literatura. Pero también el misterio de ese personaje secreto que regala libros desde el anonimato. Hummm… resulta muy atractivo.
By: Esther Zorrozua on 24/02/2010
at 10:37
Un poco de romanticismo en esta vida tan materialista. ¿No crees?
Un saludo
By: Concha Huerta on 24/02/2010
at 11:09