La última vez que vi a Laura era dos de septiembre. Llevaba días estudiando sin probar bocado. Lo que me costó llamarla. Los exámenes finales. Las palabras del entrenador tras la victoria. Chico tienes futuro en la liga. Aquel año aparecía en los partidos con su hermano Alfonso, mi amigo desde los marianistas. El todo cerebro y yo todo músculos.
Llegó media hora tarde con una sonrisa y una camisa esmeralda que le encendía los ojos. Al caminar ondulaba la cadera bajo una falda de seda. Parecía una actriz de Hollywood. No paró de hablar de sus planes. Había conseguido una beca para estudiar en Los Ángeles. Yo apenas la escuchaba absorto en sus manos revoloteando sobre la limonada. Deseé convertirme en cristal y rozar sus labios.
– Bueno, cuéntame, ¿qué era eso tan urgente que querías contarme?
Dejo el rugby. He decidido preparar oposiciones y quería saber si podríamos. No.Voy a opositar a judicatura. Necesitaré un año. El mismo tiempo que dura tu máster. Me gustaría escribirte y retomar la relación cuando vuelvas.
– No te vayas – fue lo único que conseguí decir tras un silencio incómodo. – Nos das suerte – añadí en un intento de arreglarlo. Tantas frases ensayadas para nada.
Ella soltó una carcajada. Yo no me atreví a mirarla.
-Ni que me fuera al fin del mundo. En cuanto vuelva me tenéis en los partidos animando. Sois un equipo fantástico. Seguro arrasáis en la liga de este año. Sentiré perdérmelo -.
Se excusó porque la esperaban. En cuanto cruzó la puerta noté una punzada en el estómago. Devoré unas tortitas y un batido. Pedí otra ración y luego otra. No recuerdo cuantas. Sólo recuerdo una sensación ajena e insaciable. No volví a verla. Me encerré a estudiar. Tres años entre leyes y códigos. Y mi madre atiborrándome a dulces. Según ella el azúcar era lo mejor para el cerebro. Tras la jura el primer destino en Albacete. Luego Ciudad Real, Logroño, Sevilla y Madrid.
Encontré a Alfonso en la cena de la Fundación SOS entre Eugenia Martínez de Irujo, Jaydy Mitchel y Norma Duval. Casi no le reconozco con tantas canas. Me contó que Laura vivía en Seattle dedicada a sus hijos. Estaba preparándola una fiesta sorpresa por su cincuenta cumpleaños en Navidades. Quería contar conmigo y con sus compañeros de carrera. Una fiesta de disfraces. Alfonso me recomendó un gimnasio, había perdido cinco kilos desde el verano. A mí me sobran veinticinco. La culpa era del trabajo, todo el día sentado entre el juzgado y el despacho.
Llegué pronto enfundado en un abrigo sobre la toga. Casi me congelo al cruzar la calle sembrada de sal gorda. Debería haber escogido el terciopelo rojo y barba blanca. Pero admiro más a Parménides que a Santa. Me escabullí hasta el fondo de la barra. Una señal y un grito al unísono. ¡Felicidades! Laura al entrar no pudo contener las lágrimas. Llevaba un jersey verde y una falda de raso. Exactamente como yo la recordaba. Saludó junto a su hermano en uniforme de gala a una Madonna ochentera, a un Tiger Woods de rostro tiznado y a una Marilyn con peluca y pieles. Una escena de un cuento navideño. Al acercarse al bar, Alfonso me señaló con la vista.
– El de la toga es Tenorio, mi compañero de colegio, ya sabes, el capitán del equipo de rugby. Ahora es juez de la Audiencia Nacional.
– ¿Tenorio?- dijo con la vista clavada en mis kilos- Lo siento no le recuerdo, han pasado tantos años.-
Al verla de cerca me sorprendió su pelo crespo y una mirada desvalida que enterraba una profunda tristeza en una capa de maquillaje.
Marilyn Monroe.
Un cuento de Navidad triste…para el pobre Tenorio, pero estupendo para Laura. Me da la sensación que a imagen y semejanza de sus vidas.
By: annefatosme on 18/12/2009
at 0:10
Tienes razón. Le he dado otra vuelta al final. Por lo menos que quede una ilusión de justicia en nuestros mundos imaginados.
By: Concha Huerta on 18/12/2009
at 2:09
Tenorio não pode pedir que Lara não parta. Tem de dizer que parte com ela. Pedir o sacificio do outro é não merecê-lo. Talvez Lara não tenha merecido «o pelo crespo y una mirada desvalida…».
Por isso a foto de Marylin.
By: xico on 18/12/2009
at 14:16
Dos vidas desperdiciadas por una cobardía. Si El se hubiera atrevido a mostrala sus sentimientos… Ella no habria vivido una vida alejada de los suyos y el no se hiubiera castigado el cuerpo de esa manera.
By: Concha Huerta on 18/12/2009
at 19:53