Mediodía de domingo. Paseo a rostro descubierto por aceras inundadas de hojarasca. En el semáforo descubro un plátano espléndido. Su tronco dibuja aguas celestes, verdosas y pardas, marcas del pasado. El plátano conserva un follaje intenso ajeno a los vientos que presagian el invierno. Sus hojas de palmas anchas saludan a azoteas y farolas en una calle sin coches.
Árboles de ciudad. Pedazos de naturaleza entre baldosines y asfalto. Monumentos de calma entre jardines y paseos. Un poco de tierra, maderas y clorofila. Las materias con las que Caspar David Friedrich trabajó la mayor parte de su vida.
1798. Un joven de cabello lacio y patillas rizadas camina entre hierbas humedecidas de rocío. Escoge una roca y delinea con trazos de carboncillo formas y texturas de plantas. Trascurre la mañana entre nubes y trinos. Necesito la soledad para entrar en comunión con la naturaleza. Luces y sombras, prados y valles, amaneceres y ocasos. Robles y helechos esculpidos en láminas que luego trasmutará en acuarelas y óleos.
Un iris azul intenso cegado de nieblas y brumas, de alegrías y penas. Una pintura no debe inventarse, sino sentirse. La naturaleza como objeto místico, la huella de un ser supremo que rige el destino, el rostro perdido del hermano tras el hielo. Un cuerpo concentrado en el aura de los campos y acantilados de su Pomerania natal. En la sabiduría y belleza de lo que le precedió en el tiempo.
Naturalezas. Porque Caspar David Friedrich vive por y para la naturaleza. El lápiz recorriendo la textura ocre del papel vitela, la tinta inundando hojas y campánulas. El tocón de un sauce cubierto de promesas. El aliento de un abeto. La tarea del pintor de paisajes no es la fiel representación del aire, el agua, las piedras y los árboles, sino que es su alma y su sentimiento lo que ha de reflejarse.
Acaricio la corteza irisada del plátano con ojos teñidos de melancolía y anhelo del joven Caspar David.
Roquedo con árboles. 1799.
Caspar David Friedrich: arte de dibujar. Fundación Juan March. Hasta el 10 de enero de 2.010.
Un texto muy poético. Después de pinchar los links, y poder admirar tantos cuadros de Friedrich, no sé si me va a merecer la pena acercarme a la Fundación March!
Un abrazo
By: annefatosme on 17/11/2009
at 16:44
No hay palabras para describir la delicadeza en los trazos de los bocetos de Fridrich. Te recomiendo que si tienes oportunidad no te la pierdas.
un saludo
By: Concha Huerta on 17/11/2009
at 21:45
Sé por tu blog que ya pisas la calle que has disfrutado de Caspar David Friedrich y sus maravillosos paisajes.
El pintor hanseático siempre me trasladan al universo de las hermanas Bronte, una no puede evitar ser romántica.
En Hamburgo tiene casi todos sus cuadros en el museo, allí lo descubrí.
Un beso. Ana
By: RAB on 19/11/2009
at 13:49
[…] de dibujo. El arte de capturar la esencia de bosques, jardines y valles. Desearía acompañar a Caspar Friedrich en sus paseos por el Elba y cortar flores paraFantin-Latour. No hace falta. Todavía hay seres […]
By: Enhorabuena Ana « Concha Huerta – Arte y cultura on 25/09/2010
at 18:18