Noche de estreno. Atravesamos la plaza sobre las mismas baldosas que pisaron Bernstein y Eisenhower hace cincuenta años. El Lincoln Centre estrena fuente y luces. Al fondo el resplandor de los arcos transparentes que Wallace Harrison diseñó para una ópera abierta, un escaparate de ondas y murales que se abre sobre el patio de butacas. Saludos y flashes bajo el hechizo de una lámpara que se abre en cien estrellas.
La iluminación del Metropolitan. El símbolo de una nueva era. El origen del universo transformado en cincuenta mil cristales por Rath, artesano de Viena. En el interior, la luz se agrupa en pequeñas bengalas que se alzan cuando el telón se levanta. Constelaciones de cristal que arrancan ovaciones desde la primera noche en que compitieron con los brillantes y rubíes de la Whitney.
La luz se atenúa, el telón se levanta y descubre una antecámara que nos traslada al antiguo Egipto. Aida. La obra épica con que Verdi inauguró la Opera del Cairo en 1871. La producción del Met levanta escenarios monumentales que arrancan aplausos. Templos, palacios, palmeras, plumas de pavo real y avestruces. Lino, oro, plata. Un vestuario de leyenda.
Tres voces protagonistas. La soprano Violeta Urmana es Aida, la princesa esclavizada que añora su patria y entrega su corazón al enemigo. Su voz cristalina y potente insinúa arias delicadas y corona el centenar de voces del coro. La mezzo-soprano Dolora Zajick encarna a Amneris, la hija del faraón vencida por el orgullo. Y el tenor Johan Botha, al general cuyo amor se disputan, que se debate entre la lealtad al faraón y la pasión prohibida.
Aida nos envuelve en una música inmortal, con coros que susurran oraciones y aclaman victorias. Bailarines, caballos, guerreros, esclavos y sacerdotes. Amor y celos. Traición y patria. La más espectacular de las operas de Verdi, también la más clásica. Me pegunto cuantas veces habremos escuchado resonar esas trompetas.
En los descansos permanecemos en la butaca saboreando las notas suspendidas en el aire. La función se alarga. Los aplausos paralizan cada aria. Alzamos las palmas hacia las voces que rozan el milagro en una noche que reluce entre cristales y estrellas.
Aida de Giuseppe Verdi. Producción de The Metropolitan Opera. Director Daniele Gatti. Nueva York. Octubre 2.009.
Eres una espectadora privilegiada, viajera, cosmopolita y culta. Tengo la suerte de leerte y así, de alguna manera, formar parte de tu goce artístico.
Un abrazo
By: annefatosme on 06/10/2009
at 16:44
Y yo de tenerte como lectora de lujo.
Un beso
By: Concha Huerta on 06/10/2009
at 17:00
28/02/09. No MET a mesma luz,o mesmo brilho, a mesma gente mas outra, o mesmo bruá de pessoas que se cruzam e não se veem (aqui ninguém olha par ninguém,dizia-me uma brasileira giríssima à entrda da sala). Christan Badea dirigia,Nina Rautio era Aida, o grande Juan Ponse era Amonasso e Dolora Zajick…Amneris. Aplaudia-se mais a grandiosidade da montagem que a qualidade da orquestra e dos cantores(tambem há quem vá a Fatima sem fé…) A mim ficou-me na memória e no recordar da mesma melodia, ouvida há muito noutros metais, quando a exigencia era menor e a capacidade de sonhar bem maior…
By: xico on 08/10/2009
at 16:12
Que suerte haber podido compartir esta experiencia. Nosotros tuvimos mas suerte con los cantantes. Las voces eran únicas.
Un beso
By: Concha Huerta on 09/10/2009
at 23:14
A data correta è 28/02/1996,corrijo.
By: xico on 09/10/2009
at 10:25