Rodamos hacia Madrid en un mediodía cálido. El cielo está cargado de nubes altas. Nosotras de bolsas y buenos propósitos. En el regazo un tomo verde y blanco. Cierro los ojos y repaso los planes para la semana, el mes y el año. La aeronave se detiene. El comandante ha detectado una avería y volvemos al finger. Comienza el caos en un vuelo que nunca despega.
Desembarque, espera, ventanillas inútiles. Al Dr. de Operaciones de Iberia. Le escribo para denunciar la desinformación en caso de averías. Un simple letrero serviría. Otra hora perdida entre maletines y chasquidos de móviles. Al Dr. del Aeropuerto de Lisboa. Sugiero coloquen números de atención en venta y facturación de vuelos para aliviar esperas y permitir a los pasajeros utilizar los servicios del aeropuerto.
Redacto cartas mentales para liberar la impotencia, con el cuerpo magullado por la tensión y la espera. Como Herzog, el profesor que arrastra montañas de cartas y una vida en ruinas. Cartas de rabia y venganza que nunca verán su destino. A políticos, filósofos, familiares y muertos. Saul Bellow construye una mente al borde del abismo, un hombre obsesionado por errores y recuerdos, incapaz de afrontar otro fracaso.
Herzog vive rodeado de libros y mujeres que destilan sexo y arrogancia y le estallan el alma. La huida a ninguna parte. De Nueva York a Martha’s Vineyard. De la amante apasionada al refugio conocido. De la traición al exilio. De Chicago a la casa en los Berkshires, el sueño de un judío de integrarse en la América Blanca y Protestante. «Tienes problemas, ya se ve. Te supuran por la piel. Tienes alma, ¿verdad, Moses?… Uno no puede liberarse de esa cabrona, ¿verdad que no? Un estorbo espantoso, esto del alma».
Saul Bellow desgrana la sociedad americana con maestría de Nobel, con una galería de personajes secundarios, verdaderos protagonistas de esta obra culmen de su prosa. Los hermanos Herzog, prosaicos y alejados, el amigo devastado por la muerte de su mascota, las amantes deslumbradas por una inteligencia que terminará aplastándolas. Y como telón de fondo unos paisajes cargados de lirismo que restaurarán las heridas.
La noche se cierra sobre el mar cuando por fín despegamos hacia la urbe. Cierro los párpados cansados y saboreo la belleza de las letras. «En todos los lugares de la tierra el modelo de la creación natural parece ser el océano. Las montañas… lo parecen: brillantes, onduladas y con ese altivo color azul».
Herzog. De Saul Bellow. Traducción: Vicente Campos. Galaxia Gutemberg. Círculo de lectores. 2.008. 450 págs.
Concha, has escrito un texto estupendo de verdad. No conozco a Herzog. Gracias a ti va a tener una lectora más.
Un abrazo.
Anne
By: respuestas al blog on 21/09/2009
at 21:53
Ficou-me a vontade de rele-lo.
By: xico on 22/09/2009
at 12:48
Espero que lo disfrutes tanto como yo .
By: Concha Huerta on 22/09/2009
at 15:33