Posteado por: Concha Huerta | 28/08/2009

Flores de Fantin

Me dejo caer en una tumbona en la pereza de la sobremesa. Las cortinas se mecen con la caricia de una brisa tibia. El jardín languidece tras el mediodía de agosto. Las petunias desbordan las macetas sobre la hierba. Exuberancia de verdes y fucsias. Las flores. El universo privado de Fantin.

París. 8, rue des Beaux-arts. Dos caballetes, dos artistas. Henri Fantin-Latour sostiene una paleta en el regazo frente a una jarra envuelta en rosas. Recorre con pinceladas tenues caminos sobre la tela empapada de naturaleza. A su lado, Victoria, su compañera de viaje, realza con toques blancos crisantemos sobre una tabla. Silencio. Olor a trementina.  Un mundo creado a medida del artista. Recuerdos de infancia. Los colores de los Fantini en los lienzos de su padre, Théodore y de su tío Víctor.

1877. Las paredes del estudio cubiertas de damas, flores y libros. Encajes y pieles blancas. Intimidad y poesía. La elegancia de su madre rusa.  Encuentro de amigos frente al lienzo. Manet, Renoir, Monet, Zola. Cabellos rizados y trajes de etiqueta. Austeridad y genio. Y los autorretratos. Los estudios en ocre y negro. Una mirada alejada de discusiones y corrientes. La mirada serena y paciente del espejo, su mejor modelo.

Armonía de memoria y sentimientos. Naturalismo francés y la sangre italiana y rusa. Los viajes a una Gran Bretaña rendida ante la luz de sus pétalos.  Madurez de un espíritu consagrado a las flores, ramos y frutas. Las flores de Fantin desprenden aromas delicados y texturas tiernas y envuelven el alma en una tenue brisa fresca.

 

Henri Fantin-Latour (1836-1904). Museo Gulbenkian. Lisboa. Hasta el 6-9-2009.  Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid. Del 29 de septiembre al 10 de enero de 2.010.


Respuestas

  1. Has plasmado, por lo menos, tal y como me lo imagino, el ambiente de las tertulias intelectuales del Paris del siglo XIX.
    Un beso

    • ¿Has visto ya la exposición en el Thyssen?

  2. […] y valles. Desearía acompañar a Caspar Friedrich en sus paseos por el Elba y cortar flores  paraFantin-Latour. No hace falta. Todavía hay seres mágicos que iluminan nuestras páginas. Como Ana Juan, una de […]


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