La semana pasada comenzó la primavera. El puente de San José el sol nos regaló unos días veraniegos, pero la entrada oficial de la primavera trajo consigo un frente frío, tan frío que incluso nevó el jueves. Hacia años que no veía copos tan gruesos. El viernes y el sábado continuaron las heladas, caprichos de la Naturaleza que pasa de 24 a 4 grados en tres días. Parece que la ausencia de manchas solares en esos días enfría nuestro planeta. En cualquier caso, qué frío hemos pasado en Madrid estos días.
El domingo volvimos a disfrutar del sol y las temperaturas ascendieron a 15 grados. Paseo con la cámara por El Retiro. Una tregua a los coches y el asfalto que domina el centro de Madrid. Las ramas relucen con el sol de mediodía y parecen más erguidas. Me acerco y descubro que cada punta se ha alargado hasta transformarse en una yema de vida. De aquí a poco brotarán de nuevo centenares de hojas que vestirán el resto del año con alegría.
La hierba de un verde intenso salpicada de margaritas. El murmullo de la ciudad se aleja mientras dos mirlos se saludan en las alturas. En medio de la pradera un cerezo cargado de pétalos rosados. Dos abejorros se emborrachan de polen y néctar. Siempre me ha sorprendido que los frutales desplieguen sus flores antes de cubrirse de hojas. Su aroma me envuelve en una nube de sosiego y esperanza. Bienvenida sea la primavera este año.
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