Una vez al mes Don Francisco recorría el camino largo, aquel que cruzaba la quinta y la carretera hacia la ciudad que refulgía en el horizonte. Se vestía la camisa almidonada, la chaqueta de comuniones y aniversarios y se peinaba las canas con agua de azahar y romero.
Terminaba el desayuno y se despedía de Clara con una promesa en los labios. Un paseo de hora y media bajo cielo despejado, dos horas si había de rodear el cerro para evitar aguas encharcadas. Viajaba ligero de carga, un billetero, un pañuelo de lino y una libreta de tapas blandas entre los bolsillos de lana.
Al alcanzar la calle Nueva entraba en el Bar Estrecho y saboreaba un expreso mientras repasaba los nombres y títulos recopilados las últimas semanas. A las diez en punto cruzaba la calle y esperaba a que la librería Alianza abriera sus puertas. Al entrar saludaba a Alfonso con el que había compartido decoraciones y dueños los últimos quince años. En el interior recorría las altas y relucientes estanterías metálicas y se dejaba seducir por lomos y letras en busca de títulos anotados en la libreta.
Luego se acomodaba tras un mostrador entre Poesía y Literatura iberoamericana y estudiaba los volúmenes. Acariciaba con delicadeza las tapas satinadas, revisaba reseñas de contraportadas y observaba los rostros de los padres de aquellas letras. Después escogía una página y leía en silencio. Su aliento se mezclaba con el decorrer de las páginas. Al terminar separaba los libros en dos columnas. A la izquierda los desechados, a la derecha los reproducían el milagro.
Aquella mañana Don Francisco se encontraba tras una maraña de tomos apilados a la izquierda y una recopilación de cuentos de Faulkner y una reedición de obras de Camus a su derecha.
– Le he guardado un libro de relatos – le dice Alfonso que se ha acercado y le muestra un libro de tapas azuladas.
– Mitologías de invierno y El emperador de occidente de Pierre Michon. No he leído nada de este autor.
– Son dos obras, una recopilación de leyendas de Francia e Irlanda y una recreación de la caída del imperio romano.
– Mitologías de invierno. Bonito título.
– Bien visto don Francisco. Michon es un artesano de las palabras, uno de los autores más respetados en Francia.
– Emperador de occidente. ¿Novela histórica?
– Novela de belleza. Michon es un enamorado del lenguaje, un maestro de adjetivos y metáforas. En francés resulta formidable aunque cueste un poco entender su vocabulario tan preciso. Esta traducción de Alfabia le hace justicia.
– ¿Cómo es que no he oído hablar de él?
– Vive ajeno a la publicidad, fuera del circuito literario. Nada de conferencias ni presentaciones. Por y para la literatura, como los autores de antes- concluye Alfonso mientras se aleja a atender a una pareja.
Don Francisco abre el pequeño volumen por la primera página.
Poco importa que Gévaudan e Irlanda sean los escenarios donde se representan estos dramas breves. Lo que importa es que con el mundo se hagan países y lenguas; con el caos, sentido; con las praderas, campos de batalla; con nuestros actos, leyendas y esa forma sofisticada de la leyenda que es la historia; con los nombres comunes, nombre propio. Que las cosas del verano, el amor, la fe, y el ardor se hielen para terminar en el invierno impecable de los libros. Y que sin embargo en este hielo un poco de vida permanezca congelada, fresca, garante de nuestra existencia y de nuestra libertad. Ese poco de verdad mortal que arde en el corazón frío del escrito, la belleza parca del uno y el esplendor impasible del otro, esto es lo que me esforcé por decir aquí. Pierre Michon.
Se levanta con el rostro iluminado. Comprueba la hora y sonríe. Ya puede volver a casa. Ha encontrado el regalo perfecto para Clara.
«Mitologías de invierno. El emperador de Occidente». Pierre Michon. Traducción: Nicolás Valencia. Ediciones Alfabia. Barcelona 2009.
Creo que voy a tomar nota del autor. El calificativo de «Novela de belleza» merece una lectura.
Salut
By: micromios on 05/02/2010
at 21:17
Merece la pena. Es una pequeña joya, breve, conciso y perfecto. Una auténtica rareza.
saludos.
By: Concha Huerta on 05/02/2010
at 22:21
Hace algún tiempo (un mes más o menos) hablaba con unos amigos. Una diseñadora gráfica y un estudiante de filosofía, sobre los muchos medios publicitarios. Fue una conversación interesante, supongo que por tener a un lado a una publicista y al otro lado un bohemio, y yo ahí para ser juzgado.
Porque el motivo de la charla era una idea recién nacida (cosa poco probable en este mundo donde pareciera que todas las ideas ya andan rondando por ahí) que consistía en hacer literatura publicitaria, o publicidad literaria, según la cantidad de ambas.
Básicamente. La idea, es esto que acabo de leer…
Sin embargo y aunque haya perdido todo el encanto mi ocurrencia. Haré algún cuentito sobre la magia de la Coca Cola, o la originalidad de unas Converse.
Saludos.
Nota: Leer esto escuchando de fondo a Bob Dylan… Fue algo bastante interesante.
By: Camaché on 06/02/2010
at 5:30
No se trataba desde luego de ningun experimento publicitario. Solo trate de trasladar una sensacion personal de descubrir a este autor tan especial a unos personajes que hablan con mis propias palabras. Siempre he pensado que me habría gustado trabajar entre libros y guiar a quienes encontrara por los senderos de la literatura.
Un saludo
By: Concha Huerta on 06/02/2010
at 17:24
Resulta muy original la manera de introducir en tu escrito el libro de Michon, que trata de tiempos antiguos de una forma absolutamente contemporánea,cogido bajo el brazo de Don Francisco cubierto por la manga de la camisa almidonada.
Un saludo
By: annefatosme on 06/02/2010
at 11:43
Un intento de recrear esa sensación mística al encontrar a un autor especial cuando uno bucea entre una lista de títulos.
Un saludo
By: Concha Huerta on 06/02/2010
at 17:20
Se este livro fosse o Tavares, a sitação seria o «amuse bouche». Bela forma de fazer uma crítica e promover um autor. Gostaria de saber quantos leitores Michon já deve ao teu trabalho. Eu, que já me o tinhas dado a conhecer, saí daqui a hora do almoço direito à livraria do Instituto Franco-Portugais.
By: xico on 08/02/2010
at 17:00
Con solo haber conseguido que alguien mas disfrute de la prosa de Michon me doy por satisfecha. Es una tristeza que autores tan buenos permanezcan ocultos al gran público por negarse a entrar en las tuercas de la publicidad.
Un saludo
By: Concha Huerta on 08/02/2010
at 17:43
Mais: eu sou egoista. Se eu fosse esse outro Francisco , teria comprado o livro para mim e deixaria uma encomenda para a Clara…
By: xico on 08/02/2010
at 17:06
Dejemos que mi personaje sea culto y generoso. Esa es una de las prerrogativas de los escritores de crear mundos propios.
Otro saludo y disfruta del libro.
By: Concha Huerta on 08/02/2010
at 17:44