Y sin darnos cuenta entramos en el otoño. No sé vosotros pero yo no entiendo cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando llegue a Londres cargada de maletas. Aquí la lluvia continúa su ritmo. El verano en Gran Bretaña ha sido más bien otoño-invierno. No me extraña que los británicos ansíen el sol del Mediterráneo. Claro que los parques están repletos de verdes. Y entre tanto verde, algunas hojas comienzan a teñirse de oro.
Paseo bordeando el lago principal del parque Victoria, mi nuevo Retiro, entre cisnes y ánades que comparto con un puñado de londinenses desde que llegue a las 4.00. Alguna madre con niños de rizos dorados, un joven ejercitándose tras una jornada en la City. Dos italianas enfrascadas en conversaciones sobre un tal Gino. Un par de ancianos leyendo tranquilamente en un banco.
Vuelvo sobre mis pasos y apartándome del lago me adentro entre robles y olmos. Sale el sol e inunda de color este parque centenario. Disfruto del silencio, de los trinos. Este parque es un oasis para las aves que revolotean por cada esquina. Las nubes reflejadas en las aguas me recuerdan al Loch Voil en Escocia. El paraíso de naturaleza que visitamos por mi cumpleaños. El Parque Victoria, un regalo de 1844 a los ciudadanos del Este de Londres que yo ahora disfruto.
Victoria Park. London. Fotos: C. Huerta
Mucho ánimo con tu nueva vida, Concha.
By: zambullida on 05/10/2015
at 22:10