Siete de la tarde. La noche se cierra sobre fachadas y aceras. Entre las azoteas un pedazo azul opaco. Fijo la mirada hasta que aparecen luciérnagas. Haces de luz iridiscente, púrpura, naranja y verde. La espalda contra la hierba. La brisa salada en los brazos desnudos. Acaricio la arena con los dedos y el cosmos con las pupilas. Imagen increíble de un firmamento encendido de estrellas. Nunca imaginé tantos matices en las noches diluidas en el resplandor arrogante de las ciudades. El cielo ancestral sobre una playa de Oahu.
El cielo de Pitágoras, Ptolomeo y Copérnico. El que envolvió cada ocaso a la Humanidad desde el origen de los tiempos. El que soñó Amenábar en su retiro de Ibiza, otra isla encantada. Alejandría, crisol de culturas, la primera ciudad moderna. Templo del pensamiento clásico. Un lugar al que desearía viajar en el tiempo. No hace falta. Amenábar reconstruye el Ágora con maestría de enamorado de la historia y los verbos. Rostros de otras épocas, mercaderes y sacerdotes, sabios y guerreros.
Ágora, una película sin fronteras. Alejandro Amenábar dibuja un mundo perdido, dominado por la intransigencia y el fanatismo. Un esfuerzo titánico arropado en una producción excelente. Su mano experta alienta personajes moldeados por una época de convulsiones dramáticas, la debilidad del imperio de oriente, el cristianismo que contagia ideales, tan alejados de las espadas sus intérpretes. La Ciencia que se desvanece bajo un cielo encaminado a las tinieblas.
El cielo sobre el Serapeo de Alejandría, templo del clasicismo. La complicidad entre discípulos y maestros. Y entre ellos, Hipatia una mujer única que formó lideres durante décadas. Una mujer fascinada con los cuerpos celestes y sus movimientos. Una mente consagrada al estudio y a la duda frente a un mar quimeras. Las constelaciones, la moral, la belleza. Madre, hermana, profesora, admirada y amada por sus discípulos. Un espíritu libre alumbrando un mundo de hombres.
Rachel Weisz camina arropada en linos blancos y púrpuras con un personaje diseñado a su medida. Inunda cada plano con luz propia y aporta un rostro sereno y armónico a la ciencia. Se transforma en una Hipatia altruista, ajena a las rivalidades entre sus discípulos. Sinesio, Orestes, enamorados de un alma pura. Y se enfrenta a los duelos entre entre hombres y cultos. Envidiada por quienes no consiguieron doblegarla.
Agradezco a Amenábar el haberme transportado al universo de Ágora. Otros, tiempos, otras gentes, las pasiones eternas, la grandeza y las miserias del hombre, un ser inperfecto bajo un cielo inmenso y estrellado que recupera la magia de mis noches en Oahu.
Ágora de Alejandro Amenábar. Con Rachel Weisz. España. 2.009
No he visto la película pero al leerte me dan ganas de ir a verla.
Un abrazo
By: annefatosme on 12/11/2009
at 0:23
A mí también me encantó. Maravillosa y elegante. Por cierto que los que nos gustó la película tendríamos que promocionarla, por que está siendo objeto de una campaña de desprestigio desde sectores afines a la caverna.
Esto es una dirección para recoger firmas y se pueda estrenar en Italia, donde no tiene distribuidores:
http://www.petitiononline.com/agorait/petition.html
By: Xabier on 14/11/2009
at 15:24
Ya he firmado la petición. Gracias por la idea. Un saludo
By: Concha Huerta on 14/11/2009
at 21:57